Muchas veces he escrito para establecer diferentes estrategias o lo que voy aprendiendo en la maestria que he hecho estos dos últimos años y más atrás acciones y quizá hasta mecanismos de defensas (dirían los psicólogos) que me han ayudado a afrontar distintas circunstancias, en fin en mi opinión, aprendizajes que me gusta compartir.
En esta ocasión, no es un aprendizaje o teoría, más bien es la expresión o lo que quisiera decir muchas veces cuando tengo una pareja frente a mí, buscando ayuda, buscando estrategias para no continuar hiriéndose o quizá aunque personalmente no me guste… buscando la mejor manera para separarse pensando que eso es lo que los hará felices.
Dicen que en consultoría, coaching o terapias psicológicas… quien está frente al «cliente o paciente» no debe dar soluciones, no debe involucrarse y quizá sea cierto, y es en sí controlable, por lo menos es lo que he podido observar de mis colegas que he observado, sin embargo eso no quita que mis pensamientos no paren, es por eso que decidí escribirlos.
Quizá y más cierto que dudoso una pareja llega a buscar ayuda porque quieren rescatar aquello que un día soñaron o la vida misma les orilló a juntarse y comenzar una vida en pareja, juntos y que por no comprender y no aceptar las diferencias van creando obstáculos para permitir que esa luz del amor florezca.
En fin, siempre estamos en busca de algo más y no nos damos cuenta que el más ya lo tenemos pero que lo escondemos.
Puedo entender y comprender que si vives situaciones «complicadas» o dolorosas en pareja es por ciertas acciones que surgieron hace tiempo, y no necesariamente son años, quizá son horas y hacen que se encienda el «switch de la destrucción», de querer terminar incluso la relación por sentirse herida, defraudado, o un tanto presionado por esas acciones de la otra persona, de la pareja; y eso no solo contribuyen a la destrucción del presente sino también del sueño para el futuro e incluso un miedo de amar o sentirse amado.
Cuando escucho que me dicen que quieren aprender a comunicarse y poder hablar sin pelear, que quieren perdonar, que quieren volver a creer, que es el último esfuerzo que van a hacer… me veo un tanto «forzada» a decir que hay estrategias para hacerlo, que hay procesos cómo escribir una carta perdonándose, que sigan el paso 1 al 4 para aprender a comunicarse, muchas habilidades existentes que como consultores o coachs existen, y que incluso yo utilizo, he publicado y las hago con mi esposo; sin embrago más allá de eso, mi corazón lo que les quisiera decir es… hubo un día, un momento que el sentimiento de decepción, de traición o incluso de enojo «entró» en tu mente, así de fácil así de sencillo ¡pum! apareció.
Y aquí rápido surge esa voz que dice… pero las acciones de mi pareja lo provocaron y sí quizá así fue, sin embargo eso no quita que así, ¡pum! el sentimiento se quedó en la mente y en el corazón entonces ¿podrías intentar así, ¡pum! y no permitir que resurja e interfiera?
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Cuando de pequeño te caías y te hacías un raspón en la rodilla (de esos que duelen al estirar o doblar la rodilla y además arden, ¡auch!) y mamá o papá la curaban (y lo mejor era el beso, esa magia de padres que curaba todo); comenzaba a cicatrizar, y con ello daba mucha comezón y muchas veces te daban ganas de rascarte o terminabas arrancando la costra que se comenzaba a hacer y entonces ¿qué sucedía?
Si el raspón había sanado, quedaba cicatriz y ya, pero si aún no estaba completamente reparada, la herida volvía a sangrar e iniciaba otra vez el proceso de cicatrización ¿qué objeto tiene rascar en una herida que puede causar otra vez dolor?
¿Cómo perdonar o dejar atrás? Te preguntarás, y así de fácil es: deja de rascar en lo que ya está cicatrizando, y si comienza a dar comezón solo hidrata un poco la piel y la comezón pasará y así ¡pum! el sentimiento que instales estará más fresco y ayudará a que la cicatriz vaya desapareciendo hasta ya casi no la notes.
Así que la próxima vez que vayas a atravesar ese cruce peligroso donde sabes que puedes salir lastimado porque tiempo atrás así fue… Será mejor voltear para ambos lados, tomarse de la mano y esperar que el semáforo esté en verde y así cruzar pero sin que el raspón duela.
¿Qué objetivo tiene estar rascando la herida? Mejor hidrata la piel y sanará más rápido.
Así, ¡pum! Decide dejar atrás y si se vuelve a presentar ¡pum! Promueve un momento que genere hidratación en tu relación y pronto desaparecerá del presente que quieren y eligen vivir.
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Hay mucho por hacer para que las heridas queden atrás y comiencen a amarse con el corazón amante que a ambos les fue dado.
De corazón a corazón,
Karla Maldonado C.
ppssstttt…. Si sabes de alguien que sigue haciéndose daño sobre una cicatriz, cuéntale cómo puede ya no contribuir a ese dolor y comenzar a renovar su relación o comparte este artículo para que su herida sane.