Escuchar y no dormir enojados es la mejor estrategia que puedes hacer para vivir el PRESENTE
Efesios 4, 26. “Si se enojan, no pequen. No dejen que el solse ponga estando aún enojados.”
Evita la monotonía, mantén viva la ilusión del primer día del noviazgo.
Reconquístense todos los días.

Cada amanecer es una oportunidad nueva para volver a amar.
¡Conquístale a diario! Preocúpate de tu arreglo personal. QUE NUNCA TERMINE EL DÍA SIN HACER LAS PACES:
“Todos sabemos que no existe la familia perfecta, ni el marido o la mujer perfecta. Jesús, que nos conoce bien, nos enseña un secreto: que un día no termine nunca sin pedir perdón, sin que la paz vuelva a casa. Si aprendemos a pedir perdón y perdonar a los demás, el matrimonio durará, saldrá adelante.”
El beso de las buenas noches, recuerda darlo todas las noches, todas sin dejar pasar un día. Si no está en casa… hazle saber que te hubiera gustado dárselo pero que se lo ‘envías’.
Planta semillas que edifiquen y alienten.
Que los recuerdos que tenga tu esposo durante el día de ti, lo animen a querer llegar contigo.

¿Cómo preparas tu hogar para la llegada de una visita? Si vas a recibir a una o varias amigas en tu casa, si algo no falla te ocupas en tener por lo menos unas galletitas y un café o té para ofrecerle, arreglas la casa y tratas de vestirte un poco arregladita… por lo menos te peinas ¿o no? Y para quién tú elegiste amar ¿cómo te preparas?
Para éste día, nos tocan dos en qué pensar…
Santiago 1, 19. “Esto sabéis, mis amados hermanos. Pero que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira.”
En ocasiones estamos tan ocupadas hablando que no nos tomamos el tiempo de escuchar, o escuchamos solo para responder.
¿Qué tan rápida eres a la hora de ofrecer un comentario –positivo o negativo?
¿Realmente ‘escuchas’ el corazón de tu esposo?
Recuerda: tenemos dos oídos y una sola boca.
¡Hay que escuchar más!